Los primeros días de agosto, del 1 al 7, se está celebrando la Semana Mundial de la Lactancia Materna. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda esta práctica de manera exclusiva durante los seis primeros meses de vida, y hasta los dos años complementada con otro tipo de alimentos, y la Academia Americana de Pediatría, durante el primer año de vida. Incluso apuestan por extenderlo más allá siempre que la madre y el bebé deseen hacerlo. En este post hablaremos de la lactancia materna y de su relación con la odontología para tratar de desmentir que tenga una relación directa con la caries de los más pequeños y destacar las muchas ventajas que ofrece para un correcto desarrollo de los dientes.
Lo primero que debemos saber es que la caries de la primera infancia es una enfermedad crónica e infecciosa provocada por múltiples causas y en la que influyen muchos factores. Este problema consiste en la aparición de un proceso destructivo en el diente que se produce como consecuencia de la desmineralización de la superficie dental. Las bacterias de la boca metabolizan la glucosa depositada sobre el diente produciendo ácido láctico, lo que provoca que disminuya el pH y este pH ácido (menor de 5,5) es el culpable de que se produzca la desmineralización.
Son cinco los elementos fundamentales para que aparezca la caries: que haya dientes, sin ellos es imposible; que existan bacterias cariogénicas, la más frecuente es el Streptococcus mutans; que se consuman alimentos ricos en carbohidratos, al ser el sustrato de las bacterias; el tiempo que las bacterias están adheridas al diente, a mayor tiempo mayores problemas; y que existan factores individuales que predisponen a la caries, tales como defectos del esmalte, una anatomía irregular de la superficie dental, la cantidad de saliva en la boca…
No parece necesario explicar que la leche materna es un líquido de gran complejidad biológica, con múltiples bondades. Entre ellas están que ayuda al cuerpo del bebé a luchar contra las infecciones y reducir riesgos para la salud gracias a su capacidad inmunológica, previniendo además la obesidad. Y para las madres, dar de mamar a sus hijos puede reducir las posibilidades de desarrollar cáncer de mama y de ovarios.
¿Y para la salud bucodental? ¿Qué ventajas puede tener la lactancia materna en la salud bucodental de los más pequeños? En primer lugar, es necesario afirmar que no existe evidencia científica alguna que relacione lactancia materna y caries. Aún así es necesario llevar a cabo una correcta higiene dental desde una fase temprana de la infancia (como ya comentamos en nuestro post sobre los llamados ‘dientes de leche’) y promover entre los padres normas básicas como son tratar de que el niño no consuma azúcares y evitar darles besos en la boca y probar o soplar la comida antes de dársela al bebé (dos maneras habituales de transmitir bacterias a sus bocas). Es conveniente, eso sí, que cuando empiezan a aparecer los dientes se disminuya la lactancia durante las noches, y si no fuera posible, dedicar unos minutos a limpiar la boca del bebé con una gasa, un pañito o un dedal de silicona humedecidos. Y como ya hemos recomendado, a partir de los seis meses visitar al dentista al menos una vez al año.
Otros elementos que hablan de los beneficios de la lactancia maternos son que la succión del pecho ayuda a que la mandíbula ‘avance’ en su posición y establezca una mejor relación con el maxilar superior (los bebés nacen con una mandíbula ‘pequeña’ en comparación con el maxilar superior). Se evitan también, en la mitad de los casos, maloclusiones (malas mordidas) al ejercitarse al lactar los músculos masticadores y faciales (un estudio publicado en Pediatrics concluye que los bebés amamantados exclusivamente los seis primeros mes de vida son un 72% menos propensos a sufrir de dientes torcidos y a desarrollar en menor medida mordidas abiertas, cruzadas y sobremordidas). Facilita la respiración nasal del bebé, ayuda a una correcta posición de la lengua, previene patrones de deglución anormales, promueve una correcta forma del paladar y aumenta el flujo de saliva.
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